La videncia es la capacidad psíquica que tienen algunas personas para percibir realidades visuales y energéticas que otras personas no pueden ver.

Estas percepciones les permiten entender el pasado de las personas y dar posibles soluciones a los problemas a los que se enfrentan.

Los buenos videntes no dicen a sus clientes qué es lo que tienen que hacer, sino que intentan guiarles para que escojan el camino adecuado, pero la decisión final siempre es del cliente.

En realidad, todos tenemos en nuestro interior la capacidad de la clarividencia, pero solo unos pocos la desarrollan y la ejercitan con instrumentos como puede ser el tarot, la numerología o la astrología, para así canalizar sus poderes.

La videncia no es magia

La videncia no es magia, como muchos piensan. Hoy en día, la ciencia ha demostrado que todo es energía. Todo lo que existe está formado por átomos, que forman moléculas, y estas forman la materia como vulgarmente la conocemos.

Nosotros, como seres humanos, somos energía, pero la mayoría de nosotros solo somos capaces de percibir una parte de esta energía, la que se materializa en nuestro cuerpo, en nuestras palabras, en nuestras acciones.

Sin embargo, hay una gran cantidad de energía también en nuestros pensamientos y en nuestro subconsciente que los videntes sí pueden percibir.

Los videntes son personas más sensibles que están preparados para detectar esa parte de los seres humanos que es más difícil de percibir para la gente corriente.

Características del buen vidente

Es importante analizar las características de un buen vidente antes de acudir a una consulta de videncia.

Como en todas las profesiones, en la videncia existen videntes profesionales y videntes que no lo son.

El buen vidente es aquél que ofrece un trato acogedor y sincero al cliente, y que está siempre disponible cuando se le necesita.

Un vidente profesional respeta a la persona que está al otro lado del teléfono y le permite expresarse, lo escucha con atención y le ofrece su ayuda con claridad y cariño.

Un buen vidente ofrece al cliente soluciones y lo guía en sus momentos de duda, le da opciones con empatía, honradez y seguridad.

Lo importante es que la persona que ha acudido a la consulta de videncia salga de la misma con una sensación de alivio y optimismo.